Jóvenes investigadores pierden sus ayudas en mitad de la tesis
J. A. AUNIÓN Madrid 16 ENE 2012
La carrera de seis doctorandos de Castilla-La Mancha se estrella contra la crisis
"¿Y ahora qué? ¿Abandonas después de tanto esfuerzo o aguantas esperando no se sabe qué?". La vida de los jóvenes investigadores no es fácil. Siempre ha sido así -no por casualidad decidieron llamar Precarios a la asociación que crearon en 2000-, pero la crisis abre nuevas heridas cada día. Los recortes presupuestarios en el área de la investigación -que este año sufrirá otro mordisco de 600 millones de euros- se traducen en retrasos en las convocatorias y la resolución de las becas y en los pagos de las ayudas. Y también en la desaparición de plazas como la ocurrida hace unos meses en el Centro Príncipe Felipe de Valencia, que dejó en la calle a más de un centenar de trabajadores, entre ellos, a seis investigadores en formación.
Exactamente lo mismo le ha pasado a Tamara Rubiños, la doctorando que pronuncia las palabras con las que arranca este texto, con la diferencia de que a los valencianos les avisaron. Rubiños tiene 27 años, y los dos últimos los ha pasado investigando y preparando la tesis en un proyecto de criminología en la Universidad de Castilla-La Mancha. Su beca, pagada a medias entre la Junta y la Unión Europea, tenía que convertirse este curso en un contrato con el que ya cotizaría a la Seguridad Social; ese era el compromiso, aunque la Consejería de Educación castellanomanchega insiste en que, legalmente, no tienen ninguna obligación.
Así, sin ningún aviso previo, Rubiños y otros cinco investigadores se fueron enterando a principio de curso -en el caso de Tamara, porque llamó ella- de que su prometido contrato no existía. Algunos de ellos, incluso, comenzaron el trabajo normalmente después de las vacaciones hasta que por fin se enteraron; los jefes de proyecto tampoco tenían ni idea.
A la espera de soluciones, uno de los estudiantes trabaja de camarero
Las explicaciones que les han dado son confusas, tienen que ver con la crisis y los recortes. Un portavoz de la Consejería de Educación castellanomanchega aseguró a este periódico en diciembre que el problema se iba a solucionar antes de que terminase 2011. Sin embargo, eso no ha ocurrido: los investigadores no tenían hasta ayer ninguna noticia alguna a ese respecto. De hecho, al ponerse en contacto en diciembre con el departamento de recursos humanos con el que han estado hablando durante todo el proceso, la respuesta fue que no sabían nada de cuándo iba a resolverse su situación.
"Buenos días, la fecha de la publicación de la convocatoria no está fijada. Cuando tengamos fecha exacta nos pondremos en contacto con ustedes", contestaron a mediados de diciembre en un correo electrónico a Inmaculada Colmenar, de 26 años, que está en la misma situación que Rubiños. Colmenar ha estado estudiando el efecto de los contaminantes en la atmósfera. Juan Antonio Moreno (29 años), que desarrollaba tecnologías para la producción de vacunas veterinarias, también se ha quedado en la calle.
Inmaculada Colmenar sigue viviendo con sus padres en Ciudad Real, pero Tamara Rubiños, ya sin ingresos -el año pasado acumularon cuatro meses de retrasos en el pago de la beca, aunque luego les pusieron al día- ha vuelto a la casa familiar, en un pueblo al norte de Lugo. Juan Antonio Moreno, que vive con su pareja, se ha tenido que buscar un trabajo de camarero, pues, como sus compañeros, tras los dos años de becario no tiene derecho a cobrar el paro, y tampoco puede buscar alguna otra oportunidad en su carrera investigadora hasta que no se resuelva su situación actual con la Junta de Castilla-La Mancha. Se han quedado estancados, sin paro y con la tesis a medias.
Los recortes eliminan plazas y el retraso en los pagos es continuo
Hace un año que la asociación de jóvenes investigadores Precarios lanzó un comunicado en el que se quejaban de que los recortes en algunas comunidades suponen "una estocada de muerte" a la ciencia o, al menos, a muchas incipientes carreras. Las becas de investigadores en formación son un enorme maremagno de oferta de Gobierno central y los autónomos, convocatorias europeas, de organismos de investigación, asociados a proyectos... Un lío de tal calibre que ni siquiera está clara la cifra de jóvenes investigadores (en fase inicial o de perfeccionamiento) que hay en España. Cuenta la asociación Precarios en su web que "algunos organismos reconocen que no controlan el número exacto de investigadores fuera de plantilla que acogen en su seno". Así, las estimaciones suelen estar en torno a los 23.000, aunque la asociación cree que esa cifra se queda muy corta.
Por todo ello, es muy complicado saber a ciencia cierta cuánto ha mermado el número de jóvenes investigadores en estos años de crisis. De momento, las principales convocatorias de becas, que son las que ofrecen los ministerios de Ciencia y Educación (FPI y FPU) se han mantenido. Pero la reducción del presupuesto para la ciencia ha hecho que los organismos de investigación tengan que apretarse el cinturón, disminuyendo las posibilidades para los jóvenes, y la anunciada reducción de otros 600 millones ahondará sin duda el problema.
A ello se suman los recortes autonómicos. En Galicia, las ayudas para jóvenes investigadores se redujeron de 644 en 2007 a 15 en 2010. Madrid eliminó todos los contratos para la realización de tesis doctorales, del programa PIA; Cataluña subió un 480% las tasas para el doctorado. Castilla y León redujo las ayudas en un 50% ya en 2009, y aún no ha sacado la convocatoria de becas predoctorales de 2011, según la asociación Precarios.
Además, los retrasos en los pagos son continuos, tanto en el abono de sueldos como en ayudas para estancias de investigación en el extranjero: los becarios predoctorales se van unos meses, se lo pagan ellos y luego se supone que se lo reembolsan.
Eso mismo le ha pasado en Castilla-La Mancha a Juan Antonio Moreno, uno de los investigadores que se ha quedado en la calle a las puertas de su contrato; se costeó su estancia de tres meses en Estados Unidos y aún no le han pagado el dinero prometido.
Detrás de los recortes, hay historias de jóvenes que se plantean, como Tamara Rubiños, si dejarlo o seguir adelante con la carrera profesional que habían iniciado. En lo personal, probablemente no son muy distintas de las de tantos otros en un país con un paro juvenil que se acerca ya peligrosamente al 50%. Pero, desde una perspectiva de conjunto, quizá su situación es todavía más grave por el riesgo de descapitalización, es decir, de fuga de cerebros.
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