martes, 5 de julio de 2011

- Sin clóchinas no hay paraíso -

"Sin lucha no hay paraíso ni vida digna"
CABANYAL-CANYAMELAR


El Conjunto Histórico Protegido del Cabanyal-Canyamelar es ese tejido filoso de calles paralelas al mar de parcelación menuda que se distingue claramente en cualquier foto aérea de Valencia, a unos tres kilómetros al este del casco antiguo de la ciudad. En 1563 Antoon van den Wijngaerde, en una vista de la ciudad de Valencia, dibuja barracas sobre la barra arenosa que separa el mar de los terrenos pantanosos del interior, transformados en huerta productiva gracias al drenaje de las acequias: primero el Canyamelar entre las acequias de Riuet y En Gas (sobre la que se traza la actual avenida del Mediterráneo), luego el Cabanyal hasta la de los Ángeles (bajo la actual calle del Pintor Ferrandis) y, finalmente, el Cap de França hasta la de Cadena. A partir de esta fecha, se van agrupando hasta formar lo que el barón de Bourgoing describe en 1793 como “un poblado habitado sólo por pescadores y formado por modestas barracas”. Sobre este poblado se asienta hoy el núcleo originario del Conjunto Histórico.

Entre 1837 y 1897, la población fue municipio independiente, con el nombre de Poble Nou del Mar. El desplazamiento de la línea de costa hacia el este (debido a la acumulación de arena que provocó la construcción del muelle de Levante del puerto a finales del s. XVIII) permite la ampliación del nuevo municipio mediante oleadas de barracas en alineaciones paralelas al mar, hasta alcanzar las playas de vías del ferrocarril de las canteras del Puig y las del popular trenet, presentes desde mediados del s. XIX. En 1875 una normativa municipal impidió la reconstrucción de las barracas por el peligro de incendios que entrañaba su techumbre de paja, y obligaba a su paulatina sustitución por casas que reinterpretaron en sus fachadas los estilos cultos de la época de manera popular: el historicismo ecléctico, el modernismo y, a partir de 1930, el racionalismo. Además de fachadas enlucidas o pintadas, algunas se construyen en ladrillo visto de buena factura y, sobre todo, fachadas revestidas de azulejos cerámicos al gusto de cada época y cada propietario, cuya implicación en la construcción de sus casas otorga una calidad a los acabados impensable en otras circunstancias.

Cuando en 1897 el municipio fue anexionado por Valencia, tenía totalmente consolidada su trama urbana y construidas las casas que sobre ella se asientan. Mientras, la metrópoli apenas había comenzado la construcción del primer ensanche, tras el derribo de las murallas que la encorsetaron hasta 1865. Desde 1950, algunas de estas casas, principalmente en el Canyamelar, fueron derribadas y sustituidas por bloques en altura que desdibujan el paisaje del barrio. Pero estas agresiones no han podido con la potencia de la trama urbana ni con el predominio de las casas bajas directamente relacionadas con las calles, que se mantiene casi en su integridad en el Cabanyal y el Cap de França.En el núcleo originario del Conjunto Histórico Protegido, las primitivas e irregulares agrupaciones de barracas, definen calles quebradas que ensartan un sistema de plazas relacionadas con las iglesias del Rosario y de los Ángeles, con una instalación civil como fue el mercado en la plaza del Dr. Lorenzo de la Flor, o como simples ensanchamientos de las calles: plazas de Calabuig, Cruz del Cañamelar, Virgen Vallivana. El jardín de la Remonta, que proviene de la desamortización de una infraestructura militar, también pertenece a este sistema de espacios libres. Un paseo transversal desde el Canyamelar al Cap de França, desde la calle del Rosario hasta las de Tramoyeres y Nicolau de Monsoriu, pasando por las de los Ángeles y San Pedro en el Cabanyal, nos permitirá apreciar las posibilidades de este espacio público, bordeado de interesantes muestras de arquitectura popular y, además, visitar los edificios más monumentales del Conjunto Histórico. La Iglesia del Rosario, edificada a partir de 1882 según proyecto de Joaquín Mª Calvo y Tomás sobre una antigua ermita. En 1907, el arquitecto Vicente Ferrer Pérez proyecta la Capilla de la Comunión que se construye el año siguiente. Todo el conjunto fue remodelado en 1942 por Carlos Soria y Mauro Lleó, que reformaron la fachada y ampliaron la capacidad del templo mediante la construcción de una girola, previa sustitución del muro testero del presbiterio por una ordenación de pilares y arcos de gran transparencia. El centro cultural El Musical, al lado mismo de la iglesia del Rosario, una intervención terminada en 2003 sobre las preexistencias del antiguo Ateneo Musical del Puerto firmada por Eduardo de Miguel. El edificio, premio COACV 2003-2004, mantiene su única fachada para preservar el carácter de uno de los espacios urbanos más emblemáticos del Conjunto Histórico y reconstruye todo el interior utilizando un inteligente mecanismo para introducir la luz natural. La Iglesia de los Ángeles, una de cuyas torres fue el faro que guió a a los antiguos habitantes de las barracas: los pescadores.

Por su parte, la trama urbana de la ampliación del s. XIX, sobre los terrenos ganados al mar, y la edificación que sobre ella se asienta (entre las calles Escalante al oeste y Dr Lluch al este) es Bien Interés Cultural, por Decreto 57/1993 de 3 de mayo, del Gobierno valenciano, que destaca la “peculiar trama en retícula derivada de las alineaciones de las antiguas barracas, en las que se desarrolla una arquitectura popular de clara raigambre eclecticista”. Caminando por estas calles apreciaremos el porqué de este destacado. No podremos dejar de fijarnos en las torres miramar que rematan alguna de estas casas y también en algunos edificios significativos: el Casinet construido en 1909 por Juan Bautista Gosalvez Navarro (del que hablaremos luego como autor de la Lonja de Pescadores), la casa de la Reina, etc.Por último, en la franja cercana al mar (al este de Dr Lluch) se aprecia la fuerte huella de las playas de vías de los ferrocarriles, que detuvo el crecimiento natural de Pueble Nuevo hacia el mar, hasta que, a principios del s. XX, aprovechando nuevas acumulaciones de arena por las continuas obras de ampliación del puerto, se traza la calle Eugenia Viñes y la edificación que la acompaña. Precisamente en esta calle, entre las travesías de Pescadores y Columbretes, encontraremos uno de los edificios más apreciados por los cabanyaleros: la Lonja de los Pescadores, inaugurada en 1909 según proyecto del maestro de obras Juan Bautista Gosalvez Navarro. Estaba concebida para ser lonja y almacén de efectos relacionados con la industria de la pesca. En sus 100x25 m. de planta, se desarrollan dos cuerpos longitudinales de dos crujías que albergaban cuarenta almacenes de dos plantas cada uno, más sendos locales más amplios situados en el centro que estaban destinados a oficinas de la Marina Auxiliante, promotora del edificio. Entre los dos cuerpos edificados, se extiende un espacio interior grandioso, destinado a las tareas comerciales de la Lonja, comunicado con el exterior por los testeros y cubierto por una tejavana a dos aguas que parece flotar sobre los muros que apoyan ligeras cerchas de pares de madera y tirantes metálicos (coincidentes con las medianeras de cada almacén) alternadas con otras aún más ligeras provistas de un tirante formado por un redondo metálico, que dividen la luz del vano por la mitad. El edificio, de muros de ladrillo sobre un basamento de piedra de Godella, se caracteriza por su racionalidad constructiva, su sobriedad y el escaso protagonismo de la ornamentación que se concentra en los testeros que dan acceso al magnífico espacio central y en las fachadas de los locales centrales destinados a oficinas, sobre todo la que recae a la plaza de los Hombres de la Mar, realzada por un remate dèco de ladrillo enfoscado que albergaba un reloj que aún se conserva desmontado. Después de funcionar unos años para el fin previsto, el edificio fue hospital para los heridos de la guerra de Marruecos, y después de la Guerra Civil los almacenes se reconvirtieron en viviendas, uso que se conserva en la actualidad. Muy cerca de la Lonja, al otro lado de la calle Pescadores, se conserva la Casa dels Bous, donde se guardaban los animales que ayudaban en la tradicional arte de pesca.

Texto extraido de la "Guia de Arquitectura de Valencia" CTAV 2007.

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